Testimonios – Dale Una Vuelta https://www.daleunavuelta.org Adicción a la pornografía. Datos y ayuda. Thu, 25 Apr 2024 16:34:18 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.4.4 https://www.daleunavuelta.org/wp-content/uploads/2018/05/cropped-DUV-32x32.png Testimonios – Dale Una Vuelta https://www.daleunavuelta.org 32 32 Las cuatro reglas de oro https://www.daleunavuelta.org/las-cuatro-reglas-de-oro/ https://www.daleunavuelta.org/las-cuatro-reglas-de-oro/#comments Thu, 25 Apr 2024 16:28:22 +0000 https://www.daleunavuelta.org/?p=20347 Hace 21 años, un hombre se atrevió a contar su historia. Estableció cuatro reglas de oro que un adicto no debe olvidar, y que cambiaron miles de vidas.

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El 23 de abril de 2003, hace casi exactamente 21 años, un hombre de nacionalidad italiana, apodado “Marco”, decidió crear un grupo online en Yahoo!, el cual denominó noallapornodipendenza: No a la dependencia del porno.

Este grupo comenzó con el testimonio de ‘Marco’, quien contó su historia a través de un mensaje. Él describía su entrada al mundo de la pornografía como algo fascinante e increíble: tener todo a la propia disposición, de forma completa y total. Afirmaba que, al inicio, no lo veía como un problema, ni como algo que pudiese generar una carencia real en su sexualidad. La oferta de la pornografía en Internet era una oferta infinita.

Todo esto capturaba más y más su cerebro, según lo describía, y poco a poco perdía interés en la vida real. Por fuera, las personas que le conocían comenzaban a ver que algo iba mal. Ya no salía con sus amigos, no se unía a las fiestas, estaba más nervioso, más cansado. Él comenzaba a sentirse mal, pero no lo asociaba a las horas, horas y horas que pasaba frente al ordenador, viendo pornografía.

A cualquier hora del día que desease, nada más se presentaban las imágenes frente a él, se masturbaba. Él definía esta masturbación como “obsesionante”, duraba horas y horas, con su atención completamente nublada. Cada vez necesitaba más para sentir lo que sentía al principio.

Según pasaba el tiempo se sentía exhausto, y tras terminar su consumo, pensaba “no es posible, no es posible que haya estado 45 horas aquí”. Se prometía que esa habría sido la última vez. Era una destrucción progresiva. No podía continuar así.

Estuvo acudiendo a terapia con una psicóloga, pero no le hablaba de su dependencia pornográfica, principalmente porque él no sospechaba de la relación entre la visualización de pornografía prolongada y aquello que verdaderamente le preocupaba: su pérdida de interés en la vida.

Se dio cuenta de que su consumo era problemático cuando quiso tener un encuentro sexual con una mujer real. Como consecuencia del consumo impulsivo, sufría de impotencia: en el momento en el que quiso tener algo con una mujer, su cuerpo se mostró completamente impotente, era incapaz de tener una erección. Sin embargo, frente al ordenador, la impotencia desaparecía por completo.

Fue entonces cuando se propuso recomenzar.

Noallapornodipendenza

Marco, cuyo usuario era Ulisseuno 2003, tras relatar con gran valentía su historia en el nuevo grupo, afirmó que la dependencia de la ciber-pornografía es real, está muy extendida entre los hombres y es, además, patológica. Después, animó a los participantes a que se uniesen, a ser sinceros, a compartir su sufrimiento y decir lo que pensaban en sus propias palabras, sin tapujos.

El primero en unirse al grupo fue “Guido”, un usuario que, al descubrir el mensaje del fundador respondió: “Hay otras personas como yo. No estoy solo… Puedo decir lo que opino y hacerme entender, de verdad. Me siento entendido por personas que pasan por lo mismo”.

Lo que parecía como un pequeño grupo, en medio de los miles de Yahoo!, comenzó a crecer como una llama sedienta. En menos de tres semanas, el grupo ya tenía 35 miembros. Pero para Julio ya tenían más de 260, con alrededor de 700 mensajes cada mes. Al cabo de un año, el grupo se había transformado en una comunidad virtual de unos mil miembros, y cien mil visitantes. Después de dos años y medio de actividad, el grupo se componía de 2575 miembros, con una media de 270 mensajes cada mes en 2006Quién hubiese pensado que un problema del que nunca se hablaba, que parecía pertenecer a casos “raros”, aislados, necesitase tanto la aparición de un grupo como este.

Ya no era un simple grupo; era una comunidad. Un equipo de gente que contaban sus historias y se sentían comprendidos y acompañados. Un equipo de gente que estaba cansada y herida, y deseaba un cambio en su vida.

Las cuatro reglas de oro

El mensaje que inauguró el grupo en 2003 no solo contenía el testimonio de “Marco”, sino que exponía también lo que el autor denominó “cuatro puntos esenciales en la dependencia del ciberporno”:

I. “Lo nuestro no es una aberración, sino una enfermedad mental concreta, con causas claras, estudios e investigaciones sobre el tema y remedios reales”.

II. “Muchos de nosotros padecemos esta enfermedad, pero en Italia, sobre todo, la gente no está acostumbrada a hablar al respecto, probablemente porque se percibe como un signo de falta de salud sexual, de falta de masculinidad y de un erotismo fuera de lugar”.

III. “Podemos escapar de la dependencia, pero necesitamos saber mucho más de nosotros mismos, y de lo que representa la pornografía para nosotros…”.

IV. “La pornodependencia nos proporciona emociones fuertes y cómodas: para deshacernos de ellas necesitamos encontrar otras emociones, emociones que sean más fuertes, más agradables, más humanas y más en armonía con nuestra espiritualidad”.

Estos cuatro puntos fueron los cuatro pilares de un grupo en el que la gente sanaba. Con solo cuatro, consiguieron quitar las etiquetas de miles de personas que pensaban que eran “monstruos” o que “estaban sucios”, tal y como ellos redactaban en sus mensajes. Estas reglas de oro se convirtieron en una bandera que aseguraba que, tras esta batalla, había una salida. Había esperanza para liberarse de la adicción.

Cada uno contaba su historia, contaba cómo esta dependencia se había apoderado de su autoestima, de su interés por el día a día, su concentración y sus vidas sexuales con sus parejas. Muchos de ellos hablaban de un aislamiento doloroso y progresivo de su mundo exterior. Ya no les interesaba pertenecer a él. Pero tampoco sabían parar.

“Marco” entendía cómo se sentía sufrir de un problema que escapaba su control. Entendía lo que era sentirse juzgado, juzgarse a sí mismo, y a la vez, no poder parar. Más tarde, el fundador del grupo reveló su verdadera identidad, su imagen, su carrera laboral e incluso sus números de teléfono. Siendo su verdadero nombre Vicenzo Punzi, accedió a entrevistas en revistas conocidas, e incluso contó su testimonio en programas de televisión italianos populares, al igual que en la publicación de su primer libro.

Nunca estás solo

El grupo se componía de todo tipo de personas. La mayoría eran hombres adultos. Muchos de ellos eran estudiantes universitarios, al igual que hombres solteros con títulos académicos. Había administradores de empresas, gerentes, profesores, informáticos, ingenieros, arquitectos y paramédicos. Algunos de ellos reportaban haber sido adictos previamente a sustancias como cocaína, heroína o alcohol. Otros narraban sus historias de abuso infantil, sus batallas contra la depresión o el insomnio, e incluso lesiones físicas graves de discapacidad.

Cada uno tenía su historia, y encontraban su consuelo en narrar en libertad. Encontrar sus propias palabras, y que su voz pudiese ser escuchada y comprendida. El anonimato que se daba en el grupo creaba una oportunidad para que cada miembro se abriese de forma genuina, sin necesidad de cohibir parte de su historia o personalidad. No solo fue “Guido” el que se sentía menos aislado, sino que todos los miembros del grupo referían encontrar un verdadero consuelo en esta comunidad.

Un sitio donde contar TU historia

Gabriel Cavaglion, en el año 2008, se dedicó a estudiar este grupo virtual de ayuda y reunir múltiples conclusiones en un estudio científico. Analizando la esencia que caracterizaba a esta comunidad, afirmó que un aspecto clave es que el grupo animaba de forma explícita a que cada persona relatase su historia particular y destapase los verdaderos sentimientos que ésta le producía.

La capacidad de contar la propia historia, sin dejar nada fuera, puede convertirse en un verdadero antídoto para la adicción a la pornografía.

Todos necesitamos una comunidad en la que se nos recuerde que nuestro valor y dignidad no dependen denuestros actos, mucho menos de un problema que pueda escaparse de nuestro control. La adicción a la pornografía, tal y como noallapornodipendenza demostró, tiene nombre y apellido: no es una aberración, sino un comportamiento estudiado, lleno de tabús, pero también de remedios. Pedir ayuda es uno de ellos.

Familiares, amigos, profesionales o grupos de ayuda. Encontrar un espacio en el que poder contar TU historia puede ser el primer paso para darle una vuelta a tu vida.

 

Referencias:

Cavaglion, G. (2008). Cyber-porn dependence: Voices of distress in an Italian Internet self-help community. International Journal of Mental Health and Addiction, 7(2), 295–310. https://doi.org/10.1007/s11469-008-9175-z

Testimonio en italiano de Vicenzo Punzi: https://www.youtube.com/watch?v=MrYYs0AWc6A

https://www.noallapornodipendenza.it/

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«Siempre hay alguien ahí fuera» https://www.daleunavuelta.org/siempre-hay-alguien-ahi-fuera/ https://www.daleunavuelta.org/siempre-hay-alguien-ahi-fuera/#comments Wed, 12 Jul 2023 09:28:23 +0000 https://www.daleunavuelta.org/?p=19027 Una vida larga, una adicción extensa y un testimonio apasionante. No te pierdas esta clase magistral de cómo afrontar un problema.

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Escribo estas líneas como catarsis sanadora. En primer lugar para ayudarme, más que para ayudar a otros, aunque sería estupendo si estas páginas son útiles para alguien; me haría muy feliz, para darme ánimos y seguir a tope con esta ascensión. Pido disculpas por la extensión del texto, pero era necesario contarlo a mi manera. 

 

Hace muchos, muchos años me metí en un problema. La paradoja es que yo ni siquiera sabía que podía convertirse en un problema, y ahí residía el problema. Tengo casi 50 años y estoy aprendiendo ahora lo que nadie me explicó hace más de 20.

Entré en el «cuarto secreto» de la pornografía, ¿por la curiosidad típica de la edad?, ¿por atracción a algo que siempre había sentido?, ¿porque soy varón y los chicos ya se sabe…? A saber por cuantos otros motivos, poco importa en realidad, cada uno tendrá los suyos y todos seguramente válidos.

Tengo una metáfora gráfica que explica el proceso de bajada a ese cuarto secreto. Es como ir bajando poco a poco las espirales de una mina a cielo abierto. Vas bajando poco a poco, no es algo rápido, y te da la sensación de que siempre tienes el control, porque ves siempre el cielo, siempre ves la salida, no es como un túnel. No te das cuenta de lo profundo que vas caminando y de que, aunque ves el mundo exterior, cada vez ves menos de él, y más las paredes profundas. No quieres entender que, aunque veas el exterior, para volver a salir tienes que desandar muchísimo camino, no vas a poder escalar… Es una falsa sensación de control. Es «dantesca». (No por casualidad Dante describió el infierno de este mismo modo…)

La cuestión es que, con la llegada de internet y el acceso ilimitado gratuito y omnipresente, las visitas a mi «cuarto secreto» se hicieron muy asiduas. Aquello tomó un acelerón como en las películas de Star-Wars cuando el Halcón Milenario pasa a velocidad luz en el hiperespacio, no sé si se entiende gráficamente. Y así viajé yo, a velocidad luz durante años y años y años, muchos…

Nunca me han pillado consumiendo, nunca lo ha sospechado nadie, nunca se lo he dicho a nadie, nunca lo he dejado, y nunca he estado más solo que en esos años. La soledad es una emoción recurrente en estos procesos, bien como causa o bien como efecto. Nunca te vas a sentir tan solo. Y todo ha sido un desastre desde hace años.

Y ahora, después de haber saltado en marcha desde esa velocidad y haber impactado, sin protecciones, contra la realidad. Ahora que empiezo lentamente a levantarme lleno de rasguños, dolorido pero contento de estar todavía milagrosamente entero, y veo alejarse ese vehículo sin mi dentro…. Ahora necesito contar lo que sé, lo que estoy entendiendo y como me siento.

Empezaré por cómo me siento, porque es algo «que no se puede aguantar» come dicen en Andalucía. Me siento eufórico, me siento pleno, me siento pletórico, me siento como si me hubiera tragado el sol de como resplandezco cuando camino, me siento poderoso, y a la vez, me siento humilde y me siento agradecido, y me siento consciente, y me siento, sobre todo, más vivo que nunca en los últimos 20 años. Hace poco me encontré en una fiesta con una de mis mejores amigas a la que no veía en persona desde hacía 10 años (yo vivo fuera de España como expatriado). A la pregunta, ¿que tal estás?, que siguió a su abrazo, mi respuesta sin pensar fue, ¡¡Estoy en el mejor momento de todos mis 50 años!! A lo que ella se quedó apabullada de tanta energía, y contenta de mi sinceridad.

Obviamente sería estúpido pensar que, si ahora me siento así de bien, entonces haber caído en la adicción profunda a la pornografía durante tantos años es lo mejor que me ha pasado y que lo volvería a repetir y que no me arrepiento de nada. Para que quede claro y cristalino: yo me arrepiento de todo lo que ha pasado en cuanto perdí el control, soy yo el único responsable y soy yo en que lo tiene que arreglar, y nunca, nunca jamás me gustaría volver a estar en esa oscuridad, con esa soledad y ese frío en el cuerpo. Dicho esto, como me siento ahora se lo recomiendo a todo ser humano al menos una vez en su vida.

Lo que quiero decir es que este problemón, que lo es sin paños calientes, y lo explicaré más adelante desde dentro; este problemón es tu mejor oportunidad. Es la OPORTUNIDAD DE TU VIDA, con mayúsculas, para salir de donde quiera que estés, da igual donde sea. Créeme, no sé dónde estás, pero con altas probabilidades yo también he estado allí.

A la vez, quiero ser honesto con todo el que esté leyendo y desvelar que soy consciente de que, con mi esfuerzo diario y mi tesón, de lo que harás tesoro y se convertirá en tu mejor arma, con eso sólo a mí no me ha sido suficiente. No me ha valido las veces anteriores que lo intenté solo, en mi caso conscientemente lo intento desde 2017 y estamos ya en 2023. Seis años son suficientes frustraciones para entender que no, que yo y mi fuerza de voluntad, por cuanto gigante sea, no somos suficientes para salir de donde quiera que estemos. A mí ahora me están ayudando a trabajar y a caminar, y sobre todo a curarme las heridas que tenía y que me he hecho por el camino, porque yo no sé nada de la medicina que sirve para curar «este tipo de heridas». Y porque cuando pienso en sentarme a «descansar» hay personas que me animan a no parar, como en una maratón.

El momento siempre llega

Pero volvamos atrás a un día en concreto, el «DIA» con mayúsculas. En mi caso me acuerdo perfectamente porque está señalado en el calendario, fue el 1 de Octubre de 2022, hace ya 6 meses. Escuchando muchas entrevistas y habiendo leído mucho ya sobre el proceso de adicción y de desintoxicación mental, casi todos nos reconocemos en ese momento como el momento en el que algo hace «CLICK» en tu cabeza. No sabemos lo que es, ni por qué en ese preciso momento, pero es como si algún mecanismo se activara. Yo ahora creo más bien que es un mecanismo que se gripa y lo que oyes es la rotura de los órganos internos de ese mecanismo. Ese día te rompes. Ahora pienso que puede ser que lo que se te rompe ese día es el alma, o donde quiera que resida en tu cerebro, (debe saber el lector que yo no soy creyente en la manera que el lector se puede imaginar).

Y lo sientes. ¡Vaya si lo sientes! Casi todos los videos y las entrevistas y las lecturas que he hecho, coincidimos. El que lo ha sentido lo sabe. Me atrevería a decir que el que no sabe si lo ha sentido, a lo peor no ha gripado aún.

Porque ese día se para todo, ese día se congela el mundo a tu alrededor y es como en la película Matrix, cuando tú te mueves, pero el resto del planeta está en imagen congelada.

En ese momento lo que sientes, y lo que va a ser tu salvación, es PÁNICO. Pánico con mayúsculas. Aprovéchalo. Pero es un pánico muy específico, es el pánico al darte cuenta de que, a menos que hagas algo ahora, ¡ya!, es terroríficamente probable que te quedes en ese submundo para siempre, en apnea. Y para siempre es mucho tiempo, si te paras a pensar. Y lo ves cristalino. Tú lo sientes de verdad: podría ser para siempre. Y es en ese momento que tu cerebro reptiliano, o lo que quede todavía de él, se llena de adrenalina y envía la orden de huir, de correr lo más rápido que puedas, a pedir ayuda gritando lo más alto que puedas, porque tiene que haber alguien que te escuche, ahí fuera. Y entonces si te queda aún algo de lucidez, tu otro cerebro, el consciente, se despierta y oye ese grito, y te reconoce. Y aferrándose al poco control que pueda encontrar se predispone a pedir ayuda. Sí, ayuda. Por una vez, (¿puede que ésta sea tu última posibilidad?), esa parte del cerebro, entra a patadas en la sala de control y toma el mando lo suficiente para que tú cojas el teléfono y pidas ayuda, S.O.S., o lo que sea, y sacas la mano y esperas encontrar algo donde agarrarte.

Y ahora la buena noticia: siempre, siempre hay algo o alguien ahí fuera. Es que antes nunca sacaste la mano lo suficiente, o aún peor como en mi caso, no viste las manos que se te ofrecieron.

Yo ese día cogí el teléfono y llamé. Hice la llamada de mi vida. Y pedí ayuda. Y grité para que me ayudaran a utilizar todo el impulso, toda la adrenalina que tenía en ese momento para salir de donde estaba, para no malgastarlo como había pasado anteriormente, para hacer algo útil con mi energía preciosa. Porque, no nos engañemos, en ese momento tú estás «on fire», nada ni nadie te puede parar, y hay que canalizar toda esa energía. Pero tienes la impresión, casi la certeza, que tú no vas a saber conseguirlo y por primera vez eres consciente de que va a volver a pasar como tantas otras veces: puede que fracases, de nuevo, y no sabes cuantas oportunidades te quedan. De ahí el por qué de ese pánico, y el por qué te está salvando la vida. Nota: Ahora entiendo, me refiero científicamente, por qué yo no lo podía conseguir solo, pero esto lo explico luego.

Y me cogió el teléfono una persona que no me juzgó, y no me hizo sentir sucio o problemático, sino afortunado por haber hecho esa llamada, e incluso me hizo sentir que estaba sinceramente encantada de conocerme, porque había dado yo solo ese primer paso, que era el más importante, y sólo por eso yo le merecía todo el respeto del mundo. Y me habló con transparencia, sin drama, y me tendió la mano y me hizo sentir que tenía una oportunidad, y que su mano tenía suficiente fuerza y conocimientos para poder ayudarme, con la condición de que yo trabajara por mi parte. Y me preguntó si yo quería hacer ese pacto con ella y me hizo entender que la cuerda que me lanzaba la tendría que trepar yo solito, a pulso, pero que ella, del otro lado, no la iba a soltar por nada del mundo hasta que nos diéramos la mano ahí fuera. Así funciona esto.

Ese momento «salvamento» se te queda impreso porque realmente te conmueve. Yo lo tengo grabado a fuego.

Pero no queda ahí la cosa. Y sobre todo no hay que engañarse, que bastante has vivido en el engaño hasta ahora. Esto tiene que convertirse en tu PRIORIDAD, la prioridad más importante de tu vida. Por una sencilla razón: no sabes cuan profundo te encuentras en realidad, porque probablemente no eres psicólogo o psiquiatra o neurólogo o médico, y no puedes comparar con nadie, porque no hay nadie más ahí dentro en tu cabeza, nadie más que tú. Aprovecha la energía que tienes en ese momento para que se convierta en tu prioridad. Yo hice todo lo posible y todo lo que se me ocurrió para comprometerme:

  • Me apunté a un webinar de 8 sesiones para asistir a clases de desintoxicación.
  • Y tienes que ver los vídeos una y otra vez para extraer todo el jugo que puedas.
  • Y si te dicen que te viene bien encontrar un amigo salvavidas, pues te tragas el sapo y te lo buscas, y, sobre todo, LO ENCUENTRAS. Así de simple, que no fácil…Pero no paras hasta que lo tienes.
  • ¡Y si se te ocurre probar algo nuevo (inocuo) que ni te imaginabas, pues lo haces! : Yo me he ido a confesar!! ¡¡Yo!!, quien se lo iba a imaginar!… todavía me sorprendo. Pues si hay que confesarse, porque eso remotamente te puede ayudar, pues te confiesas con un párroco o con un monje tibetano o con el Dalai Lama si lo tienes a mano, ¡¡con quien se te ofrezca!! Así de simple, que no fácil. (Spoiler. pues resulta que la cosa ayuda más de lo que pensarías…, increíble que yo diga esto, pero así es…A lo peor es verdad que lo que se rompe ese día es el alma…)
  • Y si te dicen que meditar ayuda, pues tú aprendes a meditar.
  • Y si te dicen que tienes que hacer deporte 10 min. todos los días, pues tú lo haces. Así de simple.
  • Y si te dicen que te veas unos vídeos de gente que ha salido de la pornografía, pues tú los ves. Y cuando los ves te das cuenta de tantas cosas que no sabías…
  • Y así, con todo lo que te diga la gente que sabe de estas cosas, ¡porque hay gente que sabe mucho y además te puede ayudar!!

Porque hablamos de algo muy serio.

¿Y ahora?

Pues yo ahora estoy trepando por esa cuerda que me tendieron, colgando en algún lugar entre el mundo real y el submundo. Entre la realidad y la ficción, entre el sótano frío y la terraza soleada. No sé cuánto he subido ya y no sé cuánto queda, pero poco importa porque lo que realmente importa es el camino, la ascensión. Y no me refiero al esfuerzo. Que yo sepa a ningún ser humano le gusta el esfuerzo, lo que nos gusta es la recompensa por el esfuerzo. Es esa la que tiene que valer la pena. El esfuerzo es el precio que pagar. Simple, que no fácil.

La recompensa que te regala esta ascensión, y con la que yo no contaba, es algo que no tiene precio, e incluso a veces me digo, ¡pero por qué no lo habré hecho yo antes!

Es también algo muy simple, que no fácil: CONOCERTE A TI MISMO.

Y no solo me refiero a como funcionas psicológicamente o a quién eres tú de verdad ahí dentro. Esa es la parte mejor, la más fascinante de todo para mí.

No, ahora me refiero sólo a cómo funcionas biológicamente, algo mucho más aséptico y práctico, pero que nadie te explica con la debida atención. Y aquí entramos en una de las facetas de esta adicción que más rabia me da y que más arrepentimiento me provoca.

Hablamos de sexo… y de tu cerebro

Con otras adicciones como alcohol, tabaco, marihuana, cocaína, heroína, drogas de diseño, incluso con la ludopatía patológica, existe mucha información disponible sobre la facilidad para engancharse, el peligro que conlleva y las consecuencias físicas y mentales que, inevitablemente, provocan. Con las otras adicciones existe la «posibilidad», como si dijéramos, de decidir engancharse conscientemente (que no responsablemente. Uno no se puede emborrachar responsablemente, por definición).

Con la pornografía nadie te dice que existe un riesgo alto de que te enganches y se deformen tus estructuras cerebrales, literalmente. Corres riesgo real de atrofiarte el cerebro, repito, literalmente. Tu órgano más precioso. Esto no lo digo yo, invito al lector a leer alguno de los miles de artículos científicos, charlas seleccionadas de TED o lo que más le guste, que están ahora a disposición. Esto no es suposición, esto es ciencia empírica. Ahora se sabe, pero hace años había poquísima literatura científica acerca de la neuroplasticidad, uno de los super poderes del cerebro y de cómo se «deforma» para ayudarte y hacerse más rápido y más eficiente. Esto, como es obvio, puede tener consecuencias imprevisibles en cada uno de nosotros. En realidad «sólo» te estás deformando el cerebro y no precisamente con cursos intensivos de cocina…. Algo potencialmente catastrófico para tu vida.

Pero si esto no te levanta ninguna ampolla, a mí todavía me da mucha más rabia otra cosa:

Los que vivimos ahora en occidente hemos tenido la inmensa fortuna de vivir en una época de liberación y de libertad sexual como nunca antes en nuestra historia. Durante siglos el sexo ha sido tabú y por fin ahora, hace poquísimos años, después de milenios de oscuridad, la expresión sexual, la realización sexual y el disfrute de algo tan sumamente humano y sublime, es algo libre y considerado sano. Pues, justo ahora, lo que hacemos es consumir pornografía como locos. Es como si después de estar en un sótano durante años, nos dijeran que podemos salir a ver los colores, la naturaleza, los árboles, a oler las flores, pero en vez de eso nosotros aprovechamos para drogarnos con sustancias alucinógenas y así no poder sentir plenamente la magnitud de sensaciones reales. Nos lo vamos a perder…porque nos hemos «deformado» el cerebro.

Justo él, el cerebro, nuestro mayor y mejor órgano sexual, donde vamos a sentir todo el placer, todo el deseo, todo el afecto, toda la conexión, todos nuestros orgasmos, toda la plenitud del sexo. ¡Justo él! Y yo me pregunto, ¿Imagínate por ejemplo si se descubriera científicamente que consumir pornografía atrofia el pene o la vulva? ¿O empequeñece los senos o los testículos? ¿Cómo reaccionaría la gente? Me imagino lo que esto supondría y los traumas que conllevaría. Pues bienvenidos al mundo real, esto es exactamente lo que te va a pasar y precisamente en un órgano mucho más importante que el pene, la vulva, los senos o los testículos, incluso si miramos sólo al placer sexual. Hablamos de tu órgano sexual por excelencia. El rey de tus orgasmos, el jefe de tu deseo, el amo de tu respuesta sexual, y sobre todo donde reside el amor. Tu cerebro. Esto me da una rabia increíble, por no haberlo sabido antes de empezar.

Intenta tener una vida sexual sana, perdón, simplemente una vida sana, ¡con un cerebro atrofiado por super estimulación! No eres un super héroe, y aunque a veces te creas cerca, no eres Dios… A tu cerebro humano le va a pasar lo que a cualquier cerebro humano. Al tuyo también.

Todo esto lo tendrías muy claro si te hablaran de cocaína, heroína, marihuana o LSD. Bueno pues es mejor que lo sepas antes de comenzar a consumir porno. Es mejor que te lo grabes a fuego, como a fuego te lo han grabado en el colegio, o en casa, o los amigos, antes de que se te pasara por la cabeza consumir tu primera raya de cocaína o tu primera jeringuilla de heroína. A lo peor lo terminas haciendo y las circunstancias en la vida de cada uno son seguramente muy influyentes, pero tú ya lo sabías, sabías lo que podía pasar. ¡Nadie puede decir hoy día que no sabía que fumar provoca cáncer, porque está escrito en las cajetillas!

Por otra parte, si consumes porno te tiene que encantar el sexo. Lo doy por descontado. Y no dudo que el porno te ha dado algunos de los momentos de mayor placer puntual de tu vida. No pongo en duda que te ha hecho sentir literalmente ríos de placer corriendo por tus venas. También estoy convencido de que, aunque personalmente no he consumido nunca cocaína o heroína, si preguntara a un adicto me diría que las sensaciones que ha sentido y el placer que ha experimentado consumiendo son inmensos, inigualables a cualquier cosa de este mundo. Y me lo creo, porque es literalmente así, ¡no son sensaciones de este mundo! ¿Pero a qué precio…?
Ese supuesto precio a pagar es el que milagrosamente me ha mantenido alejado de las drogas a mí, y a mucha gente.

Con el porno también te va a llegar la cuenta, y vas a tener que pagar el precio. ¡Sorpresa…! ¿No lo sabías? Yo también lo siento…

A ti, que te encanta el sexo, a ti que a lo mejor incluso ves en el sexo la expresión sublime de la especie humana. Tú vas a pagar desde el principio. Va a ser tan gradual y progresivo que no te vas a dar cuenta que vas pagando pequeños pedacitos de ti por el camino y te vas perdiendo. ¿Te acuerdas de la metáfora del infierno de Dante…?

Te das cuenta por primera vez de verdad cuando llega el primer recibo importante de esta «hipoteca». Un día, a ti que te gusta tanto el sexo y que te gusta pensar que disfrutas tanto con él, te llega, por ejemplo, el peor de tus fantasmas, llama a la puerta tu amiga y pesadilla: ¡la disfunción eréctil! En el menú de disfunciones que te van a ocurrir hay para elegir de todo, pero por poner un ejemplo real. Ya está aquí, y ha llegado para quedarse porque la has llamado y has trabajado a conciencia, a veces años, para que venga. Y no se va a ir al día siguiente. ¡Lleva años preparando esta visita! Había anunciado su llegada con señales evidentes que tú no has sabido ver. ¿Te acuerdas de tus otros «problemillas»?: retardo anormal en la eyaculación, falta de excitación con tu compañer@ sexual, apatía, tu compañer@ que se distancia o se vuelve rar@ (en realidad quien se está volviendo raro eres tú, es sólo un movimiento relativo). Si te suenan estas cosas podrías haber ido perdiendo pedacitos sin darte cuenta.

Y luego están todas esas partes de ti que has ido perdiendo y de las que te das cuenta cuando pides ayuda y te empiezan a enseñar lo que te ha pasado… Repito, no te lo cuentan, te das cuenta, que es muy diferente.

La empatía, esa gran olvidada

De entre todos los dones que pierdes me centraré en el que para mí es el más importante para la vida aquí y ahora, el que te hace más inválido cuando lo pierdes: tu capacidad de empatía. La has perdido. En esto hay grados, claramente, pero si llevas muchos años como yo, la puedes perder casi del todo. Y esto es más o menos como perder la vista, o el oído, o el olfato. A menos que quieras vivir como un eremita aislado del mundo en la cima de un monte, la empatía te sirve, no solo para vivir, sino como mínimo para sobrevivir. Y ya ni te digo si quieres vivir en una familia o con tu pareja. Sin empatía es literalmente misión imposible. Va a ser un martirio para ti y sobre todo para los demás. Esto no lo digo yo, sino que invito de nuevo a leer cualquier articulo científico al respecto.

Si empezara a pedir perdón por mis errores, la falta de empatía sería sin duda lo primero en la lista.

Pero ahora la parte buena. En mi caso, aunque creo que es bastante común, la magia sucede, y apenas dejas radicalmente de consumir, la empatía vuelve a brotar. Como por arte de magia, tu depósito de empatía se empieza a llenar de nuevo, lentamente, pero lo notas enseguida. Y lo notan a tu alrededor. Esto no soluciona tus problemas, pero ayuda, y mucho, a sobrellevarlos con mayor soltura para todos. Lo de solucionarlos es otro capítulo diferente, pero tener empatía es sin duda una herramienta fundamental. Sin ella no puedes pretender hacerlo.

Tengo también la impresión de que la empatía y otras muchas sensibilidades que vas recuperando siguen la famosa ley de Pareto. Al principio es rápido, recuperas mucho. Luego el proceso se estabiliza y ralentiza y empieza el trabajo fino, el ajuste, lo que más tiempo te va a llevar. Es como dejar de fumar (aunque yo nunca he fumado). Dejarlo puede ser rápido. Limpiarte los pulmones completamente y recuperar tu capacidad pulmonar completa a lo mejor te lleva 10 años. Pero también te digo que sólo con lo que consigues en los primeros 6 meses yo ya me daría por satisfecho. Yo no sabía lo liberador y emocionante que es llorar escuchando una canción, viendo una película o leyendo un texto. Y es que se te ponen las sensaciones a flor de piel. Te conviertes en un mega sensor, todo tú. Empiezas a notar un sin fin de detalles de los que ni te acordabas. Lloras a moco tendido en el coche, en casa solo, andando por la calle, hablando por teléfono, en las más diversas situaciones. Es como si te limpiaras un poquito cada vez, y sacaras un poco de ese alquitrán de tu interior. Y es como si te liberaras de un peso, un poquito cada vez. Es muy sanador. Y cada día que pasa, al quitarte peso, es más fácil llegar al siguiente día. Te queda menos alquitrán que escupir…

¿Y si fuera capaz de aterrizar un avión?

Para finalizar me gustaría afrontar la cuestión de por qué he entendido ahora que no podría haber llegado hasta aquí yo solo, y que he hecho bien en pedir ayuda. Puede que a alguien le sirva de inspiración. Además, ésta es la parte más simple y fácil de entender:

Yo soy ingeniero, ingeniero mecánico, digamos que de los de antes, de los que te sacan los planos de una maquina en una servilleta de bar. Tengo casi 50 años y llevo toda mi vida trabajando con máquinas, calculándolas, diseñándolas, instalándolas, vendiéndolas, mejorándolas. Y aunque soy ingeniero y tengo muchos conocimientos de máquinas, no sé hacer puentes; o relojes; o aviones; o barcos. Yo sé de máquinas. Y cuando se rompe una máquina de las que hacemos (que sucede obviamente poquísimas veces) pues no estalla ningún drama, ni entro en pánico, ni me desespero, porque yo sé de máquinas y sé que se pueden arreglar y sé dónde se ha roto y sé probablemente por qué se ha roto, y sabía casi con seguridad que se iba a romper ahí, en su punto débil, y sé qué hacer para arreglarla. Pero si yo quiero arreglar puentes, ni se me ocurre ponerme. Llamo a mi hermano menor que es ingeniero de caminos y que de puentes lo sabe todo, porque lleva toda la vida haciéndolos.

Dicho esto, mi situación de partida, como la de todos, es la de quienes hemos venido al mundo con una máquina complejísima, de serie, en la cabeza y sin libro de instrucciones, que evoluciona, crece y aprende. Para simplificarlo mucho yo la comparo más o menos a una cabina de avión, con todos esos botoncitos, lucecitas, mandos y palancas. Pero un poco más «divertido» que un avión al uso, porque en esa cabina los botones van cambiando función con el tiempo y los mandos que ayer eran para subir hoy a lo mejor son para bajar, pero eso puede cambiar sin que tu seas informado. Ni rastro del libro de instrucciones, por supuesto.

Esa cabina de avión, complejísima, es como un puzle de cuatro piezas comparado con la complejidad real de tu cerebro que sería más equivalente en realidad a la de un supercomputador. Tu cerebro, que es probablemente la estructura orgánica más compleja conocida, está al mando de todo esto.

¿Tú te atreverías a poner las manos encima de un supercomputador, del que depende tu vida? ¿Osarías a programarlo en tus ratos libres o simplemente viendo tutoriales de YouTube a ver qué pasa? Esto es lo que nos creemos que podemos hacer.

Simplificando, yo creo que algo más factible sería pensar que podemos resolver el caso sencillo, el puzle de cuatro piezas, es decir, aterrizar digamos un Jumbo 747, en medio de una tormenta, sin libro de instrucciones, con unos mandos de cabina caprichosos que puede cambiar función y que no entiendes porque están en otro idioma. ¿Se te ocurriría hacer semejante cosa? ¿Pedirías consejo a lo mejor a un amigo de infancia, a tu hermano o a tus colegas del equipo de futbol? Si es para despedirte de ellos, sería una gran idea.

¿O llamarías a alguien que sabe pilotar desde hace tiempo y que ya lo ha hecho?, alguien que sepa de aterrizajes complejos. Alguien que, como tú en tu campo, no hace ningún drama, ni entra en pánico, ni se desespera, porque sabe de aterrizajes complicados y sabe que se puede hacer y sabe qué parte se ha roto porque lo ha visto más veces y sabe probablemente por qué se ha roto, y conoce los puntos débiles del avión, y sabe dónde intervenir para hacerte aterrizar sano y salvo, con algún que otro rasguño, eso sí.

Pues la cuestión es que empíricamente creo que aterrizar ese avión sería más fácil y rápido, que salir de una adicción tú solo. Al menos a mí la experiencia me lo está demostrando. No sé cómo lo hace la gente que sale sola. Imagino que lo deben pasar mucho peor y estar mucho más perdidos que yo, que voy guiado para tocar los mandos de cabina adecuados en el momento justo. Porque, aunque yo soy ingeniero de máquinas, de esta máquina no sé nada de nada. Un cero absoluto. Y hay gente que sabe mucho de esto y que además te quiere ayudar.

Espero haber sido de inspiración para alguien. Con una sola persona me daría por satisfecho.

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Mujeres que gritan en silencio https://www.daleunavuelta.org/mujeres-que-gritan-en-silencio/ https://www.daleunavuelta.org/mujeres-que-gritan-en-silencio/#comments Fri, 02 Jun 2023 19:21:29 +0000 https://www.daleunavuelta.org/?p=18865 Hay quien dice que la pornografía es una enfermedad familiar. Y, dentro de esa familia, la mujer es la principal víctima. Sin golpes, con clics.

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Hace unos meses, publicamos un artículo llamado He chose porn over me («Él eligió al porno antes que a mí»), título de un libro editado por Melinda Tankardes, que recopila testimonios de mujeres que han vivido de cerca las consecuencias negativas del consumo de pornografía por parte de su pareja.

Como el tema es profundo y muy poco conocido, pensamos que merecía la pena seguir abriendo esta herida, o mejor dicho, seguir hablando de este efecto de la pornografía, con el objetivo de ayudar a visibilizar una situación que afecta a muchas mujeres. De hecho, en las últimas semana hemos visto como el Foro de Nosotras continúa recibiendo mensajes, comentarios, donde se ve de primera mano el dolor invisible que supone para tantas mujeres el consumo de pornografía de sus novios, maridos, parejas.

Algunos puntos en común de estos testimonios son los que muestran estados de vacío, sentirse feas, inútiles, ignoradas, invisibles, insultadas, usadas, humilladas… Con dificultad para hablar, sufrimiento en silencio. Llanto, súplicas, lamentos. Mucha incomprensión por parte de familia y amigos.

Recogemos a continuación frases textuales de mujeres publicadas en el libro; por un lado, unas que se refieren a cómo se sienten ellas, cómo les afecta y, por otra parte, comentarios de las mismas protagonistas acerca de sus parejas, hombres que consumen pornografía y que a veces ni son conscientes del rastro de dolor que dejan a su paso.

Lo que dicen de ellas mismas

  • «Muchos decían que yo tenía el problema. Ninguna persona expresó simpatía por mí o cómo me he sentido».
  • «Me ha robado mi paz, mi salud, mi autoestima, mi felicidad y mi capacidad de confiar».
  • «Cuando se dice que «la pornografía mata el amor», es en serio. Mata a las mujeres. Viola mujeres. Destruye a las mujeres. Está destruyendo la vida y la mente de generaciones enteras. Lleva a la depresión, ansiedad y pensamientos y comportamientos suicidas. La pornografía mató mi matrimonio. Mató mi confianza. Destruyó mi sentido de identidad y la comprensión de la verdadera intimidad».
  • «Necesitamos más educación sobre los efectos nocivos de la pornografía. La pornografía representa el control y la dominancia, generalmente por parte de un hombre».
  • «Es importante tomar medidas contra esta industria dañina antes de que perjudique a más mujeres. La pornografía es violencia contra la mujer. Las mujeres son las más afectadas por los efectos nocivos de la pornografía. No se trata de amor, sino de dominancia, control y violencia contra la mujer».
  • «¿Cómo podría amarme a mí misma cuando ningún hombre me amaría de verdad, porque nunca podría darles lo que ven en la pornografía?»
  • «Mi cuerpo se sentía usado y sucio. Anhelaba la intimidad, pero yo era como un objeto para que él se estimulara».
  • «Pensé que podría ser su salvador. Pensé que nuestro amor podría ser la fuerza que lo cambiaría y lo devolvería a una sexualidad saludable».
  • «Debido a que trataba de satisfacer su alto nivel de deseo sexual, perdí la conexión con mis propias necesidades y no pude comunicárselas».
  • «Lo peor fue que me culpé a mí misma. A menudo me encontraba pensando que había algo malo en mí o en mi cuerpo. Me puso ansiosa».
  • «¿Qué quiero del sexo? Quiero que sea sin presión. Solo para ser amado y saber que seguiré siendo amado incluso si no tengo ganas de tener relaciones sexuales por un tiempo. Sentir que está bien decir no a complacer a mi pareja si no tengo ganas, para que cuando las tenga, sea auténtico y venga de mi deseo y no de que me rueguen o me manipulen».
  • «Me siento sola y rechazada. Mi autoestima se ha hecho añicos. Soy una mujer rota».
  • «El peor insulto es cómo estas mentiras estaban destinadas a mantenerme en un estado constante de preocupación, disgusto por uno mismo, depresión e ira… todo para que él pudiera proteger y continuar con su pareja sexual preferida».
  • «Pasé por lo que la mayoría de las mujeres probablemente viven cuando descubren el secreto de su pareja. Lloré, rogué, grité, fui a terapia e insistí en que él también fuera».
  • «Sufrimos de baja autoestima, repudiamos nuestros cuerpos, nos sentimos incomprendidas, solas, rechazadas y utilizadas».
  • «Anhelamos la igualdad, ser tratadas con respeto y que se tome en cuenta nuestra dignidad».

Lo que dicen de sus parejas adictas

  • «El hombre que una vez conocí, que se preocupaba profundamente por mí y por nuestra intimidad y el bienestar emocional de nuestra relación, se desvaneció y se convirtió en otro hombre: uno que mintió, engañó, fue hostil y rompió promesas».
  • «Él no podía dormir porque, cuando cerraba los ojos, la pornografía se reproducía en su mente. Nunca estará libre de su comportamiento compulsivo porque ha visto miles de videos porno y todos están en su memoria».
  • «Los hombres que miran porno y tienen gusto por la violencia sexual, nos tratan a las mujeres como si no fuéramos importantes».
  • «Nos ven a las mujeres como objetos para desear y usar para su gratificación».
  • «Simplemente mentiría al respecto y luego sería descubierto. Realmente no creo que yo le importara mucho en absoluto; no se tomó muchas molestias para evitar ser atrapado. No creo que lo viera como un problema real para él o para mí».
  • «Su desprecio por los sentimientos de su mujer/pareja es una expresión de crueldad psicológica».

Un solo caso de las mujeres que están detrás de estas declaraciones es demasiado. Es otro tipo de violencia, muy silenciosa, pero igual de dolorosa, como el consumo de pornografía. Lleguemos antes, lleguemos a tiempo.

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«Todo empezó en una venta de pollo frito» https://www.daleunavuelta.org/todo-empezo-en-una-venta-de-pollo-frito/ https://www.daleunavuelta.org/todo-empezo-en-una-venta-de-pollo-frito/#comments Wed, 17 May 2023 08:44:12 +0000 https://www.daleunavuelta.org/?p=18809 Este titular, un tanto curioso, muestra cómo puede quedar grabada en el cerebro una imagen a lo largo del tiempo.

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Soy Diego y tengo 38 años.

Escribir estos párrafos es vergonzoso. Es mostrar una vulnerabilidad que me ha costado reconocer y sobrellevar. Exhibo esta intimidad porque sospecho que no soy el único varón que se encuentra en este combate.

A los 11 años vi por primera vez la foto de una mujer completamente desnuda mostrando los genitales. Los hombres somos tan visuales que aún después de 27 años recuerdo muy bien la imagen y el contexto. Era un naipe de póker que tenían a la venta en el mercado municipal de un pueblo de Guatemala. Yo andaba con mi papá viendo sus negocios de venta de pollo frito en este pueblo.

En muy resumidas cuentas, entre los 11 y los 34 años derroché horas semanalmente buscando y consumiendo (con masturbación) escenas pornográficas. En 2013 descubrí la fascinación por la contratación de prostitutas. En 20 años pasé de encontrar la escena perfecta a intentar hacerla realidad con escorts. Hacia 2018 este espíritu aventurero se volvió ingobernable. No podía parar. Todo el tiempo estaba planeando una fantasía o luchando mentalmente para evitar hacerla realidad. En mi ingenuidad pensaba que los derroches de lujuria solo tenían efectos en mí. Pero los efectos llegaron hasta mi esposa, al principio en forma de muy mala comunicación y después con maltrato verbal. Sin entrar en detalles, nuestro matrimonio experimentó la amargura de infidelidad por parte de ambos cónyuges. En un arranque de ira y celos hacia mi esposa le hice saber estos proyectos perversos que había sobrellevado todo este tiempo.

Resumiendo podría decir que después de litros de lágrimas, terminamos formando otro matrimonio, siempre ella y yo, pero prácticamente siendo personas distintas con la misma existencia y circunstancias.

Lo relevante de lo anterior es que no fui yo quien descubrió mi problema. Fue ella quien me lo hizo saber, siendo psicóloga, me dijo: tienes un problema y debes someterte a un programad de ayuda. Nunca se me había pasado por la cabeza la idea de que yo tenía un problema. Esas contradicciones morales, me decía yo mismo, las tenía controladas.

Tanta sobre estimulación genital afectó a mi propio sentido de la vida. La pornografía me aliviaba las incomodidades internas. En la adolescencia, si tenía alguna ansiedad: porno. En la juventud, ante alguna preocupación o ansiedad: porno. En la vida adulta, con los problemas de pareja o las incertidumbres con los hijos: ya no era porno, era la búsqueda de fornicar derrochando los cinco sentidos.

Lo más difícil era la doble vida; tenía ganas de ser buena persona, pero una gran incapacidad de vivir coherentemente con mis valores, que de momento eran solo teoría. Si la sexualidad es un don, un regalo, ese regalo lo reventé y lo convertí en un arma contra mi.

Desde 2019 me he comenzado a conocer. Lo más complicado ha sido perdonarme los daños que yo mismo me he causado. El porno es un estímulo artificial que permite generar tu propia droga. Puedes derrochar dopamina y una vez pasada la “borrachera”, nadie se da cuenta. Ese elemento silencioso y secreto puede llegar a ser fatal. Mi vida lo confirma.

En mi historia personal está el precedente de ser hijo de alcohólico. A mí nunca me ha afectado esa adicción (como a la mayoría de mis parientes), pero como todos las heridas de mi pasado, en vez de enfrentarme a ellas las ignoraba y me centraba en mi obsesión con la pornografía.

Hoy más que nunca se proclama que el cuerpo humano es un juguete para la satisfacción. Como alguien dijo, cuando el cuerpo del hombre se vuelve un juguete, el de la mujer también. Esa es la gran mentira moderna. Nuestro cuerpo es más bien un códice que revela algo trascendental. El hecho de la desnudez implica una donación hacia alguien más. El simple hecho de que la necesidad de sentir placer sea satisfecha cada vez con mayor estímulos nos está diciendo que nuestra esencia anda en busca de algo que no tiene fin, algo infinito.

El corazón requiere cuidado. En mi opinión, es un error pensar que el derroche de lujuria no tiene consecuencias reales. Esa prueba ya la experimenté con mi propia vida. Y no salió bien. Hasta hoy.

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«He chose porn over me» https://www.daleunavuelta.org/he-chose-porn-over-me/ https://www.daleunavuelta.org/he-chose-porn-over-me/#comments Wed, 18 Jan 2023 18:36:37 +0000 https://www.daleunavuelta.org/?p=18380 Un libro que muestra una cara poco conocida, la de quien sufre sin culpa, sin buscarlo, sin entender, sin hablar...

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Vivimos en un mundo en el que se han normalizado muchas cosas, entre ellas el consumo de pornografía. La industria, los medios e incluso nuestros amigos nos dicen que no pasa nada, que todos la consumen y que es inofensiva. Aquí surge una pregunta: ¿en qué momento el maltrato y el abuso empezaron a ser considerados como algo inofensivo? Y es que la pornografía es, entre otras cosas, eso: abuso y maltrato, que incita a ser replicado por aquellos que la consumen. Desgraciadamente, en muchas ocasiones quien sufre las consecuencias de un consumo problemático es la pareja del consumidor.

He chose porn over me («Él eligió al porno antes que a mí») es un libro editado por Melinda Tankardes, que recopila testimonios de mujeres que han vivido de cerca las consecuencias negativas del consumo de pornografía por parte de su pareja. Es, en esencia, un libro de mujeres para otras mujeres. Mujeres que necesitan ser advertidas sobre las consecuencias de este fenómeno. Pero también para todas las mujeres que lo están viviendo de cerca y necesitan salir del túnel. Si es tu caso, el libro te ayudará a saber que no estás sola: muchas han vivido lo mismo que tú, cada una a su manera y en sus propias circunstancias.

Son testimonios de personas valientes que han decidido poner en palabras cómo se siente saber que la persona a la que más quieren y con quien han compartido tanto, vive con un oscuro secreto. Mujeres que han estado durante años envueltas en las mentiras de su pareja, preguntándose si hay algo malo en ellas, cuando realmente lo que está mal son las imágenes irreales que su pareja consume en la pantalla y todo lo que conlleva (problemas en la relación, cambios en la conducta y estado de ánimo, disfunciones sexuales, maltrato, violencia, abuso… la lista podría ser interminable). Mujeres que se dan cuenta de que la persona a la que más quieren les deja de lado, después de haberse sentido “utilizadas” durante mucho tiempo. Mujeres que, aunque cada una tiene una historia diferente, comparten el profundo dolor provocado por la relación entre su pareja con su aliado: el gran monstruo que es la pornografía.

Algunas frases entresacadas del libro, entre muchas otras, que ilustran el sentimiento real de quien sufre estas situaciones:

“Me siento sola y rechazada. Mi autoestima se ha hecho añicos. Soy una mujer rota”.

 

“Lo peor fue que me culpé a mí misma. A menudo me encontraba pensando que había algo malo en mí o en mi cuerpo. Me puso ansiosa”.

 

“Debido a que trataba de satisfacer su alto nivel de deseo sexual, perdí la conexión con mis propias necesidades y no pude comunicárselas”.

A través de sus relatos podemos apreciar cómo el amor, la conexión y el respeto que había en la relación se fueron diluyendo a medida que avanzaba la adicción. Muchas coinciden en la sensación de impotencia e incomprensión al notar cómo la indiferencia, el egoísmo, la agresividad y la manipulación iba corrompiendo a su marido o pareja hasta convertirlo en un desconocido que no respetaba a su mujer. Mujeres cuyos sentimientos terminan siendo minimizados y menospreciados hasta el punto de terminar hundidas en el fondo de un abismo de sufrimiento, tristeza, soledad, menosprecio… del cual parece imposible salir.

El proceso de sanación

Son historias necesarias, que reflejan el dolor que se vive en silencio, que permiten conocer la realidad que hay detrás y poder luchar con más fuerza en contra de esta industria. Son historias que nos permiten recordar que no estamos solas y que el consumo de pornografía o adicción de nuestra pareja no es nuestra culpa. no eres la culpable de esto. No tienes que esforzarte más por complacerle, no es tu trabajo sacarlo de ese gran agujero y conseguir su recuperación. Puedes acompañarle, pero es importante que cada uno trabaje en su propia recuperación.

A pesar de que en el libro no se menciona el tema de la recuperación, queremos transmitir -por nuestra experiencia- que sí hay salida. Sabemos que lo que una vive es horrible, que se pasa muy mal y que parece que no hay solución; pero también hay ventanas de esperanza. Hay personas que han conseguido salir, personas con las que hablamos y ayudamos desde Dale Una Vuelta. Existen profesionales especializados, que van a entender tu dolor y que pueden ayudarte. Te animamos a buscar ayuda, porque hablar y sentirse comprendido es parte importante del proceso para sanar. Si no conoces la sección Nosotras de Dale Una Vuelta, no lo dudes: date una vuelta.

 

Úrsula Paiva / Psicóloga general sanitaria

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«Mi adicción al sexo llegó a través del porno» https://www.daleunavuelta.org/mi-adiccion-al-sexo-llego-a-traves-del-porno/ https://www.daleunavuelta.org/mi-adiccion-al-sexo-llego-a-traves-del-porno/#comments Thu, 13 Oct 2022 16:17:50 +0000 https://www.daleunavuelta.org/?p=17603 «De toda mi vida, he vivido realmente 14 años de verdad, y 13 años los he pasado como adicto al placer del porno».

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En esta ocasión, Sergio es el nombre real, no una identidad ficticia. Prefiere dar la cara, su nombre, incluso nos envió su foto para publicar, pero le convencimos de que tampoco era necesario. Aquí nos cuenta su historia, llena de idas y venidas, de engaños y desengaños. Ha vivido y aprendido mucho en apenas tres décadas. Ahora quiere echar una mano. Gracias, Sergio, y enhorabuena por tu valentía y apoyo a tanta gente que necesita relatos así.

 

Me llamo Sergio, tengo 27 años y soy ex usuario de pornografía desde hace más de dos años. De toda mi vida, he vivido realmente 14 años de verdad, y 13 años los he pasado como adicto al placer del porno.

Quiero contar mi pequeña historia. Nací oyente, pero a los dos años me quedé totalmente sordo por un problema del desarrollo de los órganos de los oídos. Estuve desde los dos años hasta los seis años hablando por las manos, y desde esa edad empecé a hablar a través de la logopedia. En aquella época era bastante tímido porque iba a un colegio de oyentes, y era el único de la clase que apenas hablaba, pero con el tiempo, me enseñaron a hablar. Era un niño bastante inocente, e introvertido en general. 

Cuando cumplí 11 años, un compañero en clase de informática me enseñó un videojuego virtual con el que acabé siendo adicto en el transcurso de los años. Poco más tarde, se desató una polémica mundial con ese videojuego, que fue sancionado por la falta de control a los menores. En ese juego, se conectaban millones de personas en todo el mundo, y la polémica consistió en que se empezó a compartir webs de pornografía. Y yo fui una de las víctimas. Accidentalmente, di a ese enlace de la pornografía y se me abrió una pestaña en el navegador web. Tenía 13 años.

A través de esa web pude visualizar por primera vez en mi vida relaciones sexuales explícitas. Enseguida advertí mi adicción al placer. Día tras día visionaba por las noches esos vídeos pornográficos, y un día quise ver porno gay, fetichismo y más. Aumentaron mis masturbaciones diarias. Mis estudios empezaron a afectarme seriamente, no tenía energía, estaba siempre adormilado, cansado. No sé cómo es posible que a día de hoy tenga dos grados medios con todo esto encima.

Con 20 años, empecé a vivir solo en otra ciudad, alejado de mi familia. Como seguía siendo adicto a la pornografía, mi dosis diaria empezó a crecer y comencé a experimentar con el sexo real. Con el tiempo, empecé a dejar de ver la pornografía porque perdí el interés y, en su lugar, me convertí en un usuario del sexo inducido por la pornografía.

Hasta que un día, después de otra experiencia sexual, se despertó algo dentro de mi mente. Me di en cuenta de que había tocado a fondo y, de regreso a casa, empecé a buscar cómo dejar la adicción a la pornografía. ¿Y por qué empecé a buscar cómo dejar la adicción a la pornografía y no al sexo? Porque la adicción al sexo llegó a través de la pornografía.

Un tropiezo, y otro… y otro

Vi muchos canales de YouTube en busca de cómo dejar este adicción, y me encontré con un canal realmente muy bueno en el que participaría la primera vez el reto NoFap en el que alcancé 104 días en abstinencia. Pero después volví a las tinieblas de la adicción… Después, gracias a un coach conseguí conocer gente nueva y a salir con ellos, me apunté a un gimnasio para mejorar mi salud física y mentalmente, descubrí una nueva afición, que es tocar el piano, empecé a tener mejor memoria, etc.

Y volví a tropezar de nuevo. Sentí que esos beneficios se esfumaban porque dejé el deporte, empecé a encerrarme de nuevo, y muchas cosas malas. Más tinieblas. Mi adicción al sexo, cambió hacia uno más agresivo donde podría tener consecuencias. “Sergio, no te asustes. Sé que te a va a dar un mal rollo, pero deberías hacerte las pruebas del ETS”, me dijo una persona con quien había practicado sexo. Afortunadamente, todo quedó en un susto.

Inmediatamente, empecé a buscar otro coach, y comencé un camino de autodesarrollo personal. Desde hace diez meses soy yo también instructor y guío a otros para avanzar por este camino de la recuperación. He aprendido que las recaídas no son malas si se convierten en un proceso de aprendizaje, y añadimos algo más a nuestra experiencia al observar los errores. Me gusta este lema: “El fracaso no es una opción, pero es una gran oportunidad para ser invencible”.

«Una vez que empiezas, no hay vuelta atrás»

No es fácil salir de la adicción al sexo. Requiere mucha ayuda, contar nuestros problemas a nuestros seres queridos. Te guste o no lo tienes que hacer o no podrás salir de este espiral. Se requiere muchísimo trabajo del autodesarrollo personal. Ojalá que hubiese tenido una educación sexual que me enseñara que la pornografía puede llevarte a esto. Ojalá que me hubiese dicho esto: “Sergio, una vez que empieces no hay vuelta atrás”.

Mi consejo, en resumen, para todos: si eres adicto, por amor de Dios, cuenta tus problemas a tus seres queridos. Buscar ayuda es sano, es un tabú, pero ¿no era un tabú cuando tuviste sexo con personas por el placer? Piensa en ello.

Las cosas pequeñas son lo que realmente se disfrutan cuando el centro de recompensas funciona bien. Con la pornografía, necesitamos las cosas grandes y arriesgadas para disfrutar porque nuestro centro de recompensas está roto.

Dejemos de ver a las personas como objetos, y empecemos a verlas como personas de verdad que te quieren. Por favor, ayúdanos a que reduzca la prostitución, a que reduzca la pornografía por el bien de la sociedad y de tu futuro.

Espero que con este testimonio te haya motivado a dejar la pornografía.

Un abrazo muy fuerte a todos. 

Sergio

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«Soy incapaz de superarlo por mi cuenta» https://www.daleunavuelta.org/soy-incapaz-de-superarlo-por-mi-cuenta/ https://www.daleunavuelta.org/soy-incapaz-de-superarlo-por-mi-cuenta/#comments Wed, 27 Jul 2022 10:58:19 +0000 https://www.daleunavuelta.org/?p=16274 Los síntomas y las sensaciones de una persona que ve pornografía pueden ser muy variados. Este relato, en apariencia desesperanzado, abre las puertas al conocimiento propio y a la prevención.

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Los síntomas y las sensaciones de una persona que consume pornografía con frecuencia pueden ser muy variados. Este relato, en apariencia descorazonador, muestra de manera muy viva y detallada algunos efectos en la vida diaria. Aquí radica el interés de estos párrafos. Además, estamos seguros que detrás de un testimonio así, donde parece que no hay esperanza, podemos ver a una persona que quiere, que busca, que anhela una salida. Y la encontrará. Si no, nunca hubiera mostrado así su intimidad. Enhorabuena.


 

Llevo sufriendo los perjuicios del consumo abusivo de pornografía desde hace prácticamente ya seis largos años.

Actualmente tengo 26 años. He consumido pornografía de forma habitual, por lo menos, desde que tenía 13 o 14 años. Desde 2014 en adelante, he realizado un consumo -que yo califico subjetivamente como “abusivo”- de material pornográfico. Desde ese año en adelante, mi ritmo de consumo fue en aumento, llegando a pasarme horas frente a la pantalla y buscando emociones cada vez más fuertes, saltando de temática en temática. Paulatinamente, la pornografía que veía se iba alejando cada vez más y más de lo que yo siempre había identificado como mis gustos sexuales, lo que me generaba -y me genera- sentimientos de vergüenza, culpa, disonancia mental y una angustiosa sensación de descontrol e impotencia. Durante una época -desde 2016 hasta bien entrado 2018- perdí prácticamente todo mi apetito sexual y sufrí ataques dolorosos de hipertonía en el suelo pélvico.

A partir de 2017 intenté, por todos los medios, cejar en el uso de la pornografía. Sin embargo, nunca he llegado a conseguirlo, ni siquiera tras iniciar una relación con la que es mi actual pareja. El período máximo de tiempo durante el que he podido estar sin ver pornografía ha sido, como mucho, de un mes. Pero siempre acabo cayendo. He intentado apoyarme en apps motivacionales que aprovechan el potencial de las mecánicas de gamificación, y también he probado a usar programas que permiten a mi pareja hacer un seguimiento de las páginas web a las que accedo en Internet, pero ni tan siquiera eso ha sido suficiente para recuperar el control sobre mis impulsos.

Ello no sólo impacta en mi estado emocional, sino también en el de mi novia, que en ocasiones no se siente deseada y sufre porque sabe que no puedo resistirme a consumir pornografía incluso aunque soy plenamente consciente de que sería mucho mejor para mí poder mantener una sexualidad sana y plena con ella.

Lo que aquí os explico me genera una frustración y una sensación de inutilidad o falta de fuerza de voluntad profundamente dañina, dado que siempre he podido dejar de incurrir en aquellas conductas que creía que eran negativas o inadecuadas para mí. No obstante, el porno es la excepción. Es superior a mi fuerza de voluntad. He hecho mil planes para intentar dejarlo, pero ninguno ha resultado. Soy absolutamente incapaz de superarlo por mi cuenta.

Hace mucho tiempo que apenas disfruto de la vida. Llevo años sin tener un sueño reparador, me levanto siempre extremadamente cansado y ya no experimento placer al hacer las cosas que antes me gustaban, incluidos mis hobbies de toda la vida. Además, tengo la sensación subjetiva, real e hiriente de haber perdido muchísima capacidad de concentración. Siempre he sido muy trabajador, estudioso y nunca he tenido problemas para concentrarme, pero desde hace 3 o 4 años soy incapaz de sentarme a leer o escribir algo relacionado con mi trabajo sin distraerme. No sé bien cómo explicarlo. Muchas veces me entran dolores de cabeza al trabajar y siento una resistencia brutal a hacer cualquier tarea que requiera un esfuerzo cognitivo moderado o que exija estar concentrado durante un período sostenido de tiempo. He perdido la motivación. Lo único que me apetece hacer es mirar el móvil y saltar de página web en página web. Siento que estoy empeorando gradualmente y que cada vez soy más disfuncional.

No negaré que soy una persona muy perfeccionista y que tengo una tendencia clara a la autocrítica -muchas veces, no demasiado constructiva- y a flagelarme mentalmente de forma continuada, y eso -evidentemente- puede que influya en la aparición de pensamientos obsesivos o intrusivos sobre mi falta de pericia y mi inutilidad, que a su vez acaban dificultando que pueda concentrarme o que pueda disfrutar de mi trabajo o de mis aficiones.

Seguramente eso sea algo que tenga que trabajar mediante terapia cognitivo-conductual, pero no sé si eso es la única explicación a cómo me siento. No sé si el problema está únicamente “en mi cabeza” o si hay otros factores externos que estén causándolo o empeorándolo, por así decirlo. Creo que el consumo de pornografía puede estar afectándome desde el punto de vista químico-psíquico.

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«El porno no era el mayor de mis males» https://www.daleunavuelta.org/el-porno-no-era-el-mayor-de-mis-males/ https://www.daleunavuelta.org/el-porno-no-era-el-mayor-de-mis-males/#comments Thu, 19 May 2022 15:09:37 +0000 https://www.daleunavuelta.org/?p=15988 26 años. Una historia más, una vida como la de cualquier otro, que pasa desapercibida, que transcurre con aparente normalidad.

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Una historia más, una vida como cualquier otra, que pasa desapercibida, que transcurre con aparente normalidad. Pero la procesión, el sufrimiento, como se suele decir, va por dentro. Agradecemos al autor su transparencia, su valentía, su tiempo. Nada da más satisfacción que reconocer la fragilidad propia, mirar el futuro con pasión y comenzar a cambiar.

 

Todo comenzó a los 12 años cuando visité mi primera web pornográfica a raíz de un libro con ilustraciones sexuales que tenía una familiar mía en su casa. En aquel entonces Youtube, e Internet en general llevaban pocos años en desarrollo, con lo que el material y las imágenes a las que me vi expuesto no eran lo que son hoy en día de extremas, abundantes y fáciles de acceder. De igual forma, conseguí ese acceso desde una edad muy temprana, donde ya desde el principio desarrollé fetiches inducidos por la visualización constante de este material pornográfico.

Pero lo peor comenzó a los 15 años, cuando se volvió mucho más accesible al tener mayores velocidades de internet y muchísimo más contenido publicado. Recuerdo la etapa de los 15 a los 18 muy larga, dura, y consumiendo pornografía (con masturbación) una media de 3-4 veces diarias, llegando alguna vez a las 6-7 veces en un solo día. Sin embargo, durante todo este tiempo nunca visualicé ni me pregunté o cuestioné si era un comportamiento malo para mí (u otros). Y es que a pesar de que ahora con mis 26 años lo tengo clarísimo, no todo en la vida se tiene tan por sabido cuando se es inocente. Al mismo tiempo que intentaba mantener unas notas altas por presión familiar, me consumía cada vez más en la oscuridad de un cuarto iluminando mi cara con una pantalla. Numerosas caras con ojeras, ojos rojos, falta de energía, falta de motivación, ansiedad, depresión, pensamientos suicidas, malas posturas, irritabilidad constante, ningún tipo de cuidado físico o mental… eso era mi día a día de adolescente. Evidentemente no es necesario que diga que durante todo ese tiempo el sexo real o las interacciones sociales eran algo inalcanzable y que ni siquiera despertaban mi interés (ahora sé muy a ciencia cierta que mi sistema de recompensas estaba destrozado por todo el porno que veía y todas las horas que echaba a jugar videojuegos).

Para mí todo cambió antes de cumplir los 20, cuando vi una película llamada Don Jon, protagonizada por Joseph Gordon-Levitt, donde el protagonista decía disfrutar más del porno que del sexo y las relaciones reales, que no le llenaban tanto. Hasta que un día eso cambia cuando deja de consumir porno durante una semana. En ese momento empecé a hacerme mil preguntas… “¿y si es la razón de que esté deprimido siempre?, ¿y si es la razón de por qué no tengo nunca energía? Esto me hizo investigar si se podía tener dependencia o no sobre esto. Evidentemente no me llevó mucho descubrir a más personas como yo. Leí mucho contenido del Reddit NoFap (que a día de hoy no considero adecuado, pues mi opinión es mucho más madura y basada en la ciencia y la psicología) y eventualmente videos de canales en youtube de “Nofappers” que me ayudaron un montón.

Empecé a dejar de consumir. Empecé a apuntar los días que llevaba sin hacer ese comportamiento, las rachas. Y fue un cambio impresionante. De repente me sentía como si todos los males se fueran completamente de mi vida. Claro que, como bien se aprende de toda adicción, no todo es siempre tan bonito. Y esto es porque las recaídas vinieron. Y me ayudaron muchísimo a aprender sobre mis tendencias psicológicas: perfeccionismo desmedido, falta de control ante impulsos (videojuegos, comerme las uñas, compra compulsiva, etc.), falta de autoestima, pensamientos muy irracionales y completamente distorsionados de la realidad… Me empecé a sentir mucho mejor después de empezar a ir a terapia con 22 años y tras haberme leído Feeling Good, un libro sobre terapia cognitivo conductual de David Burns, un psicólogo estadounidense pionero en este tipo de terapia tan aceptada y extendida hoy en día. Me di cuenta que el porno no era el mayor de mis males. Mi consumo de porno era el síntoma de muchas otras cosas internas que me estaban sucediendo y que gracias a la terapia y los ejercicios que aprendí, fui desenrollando dichos pensamientos, hábitos y todo aquello que podía influirme negativamente en general o llevarme a actuar ante impulsos.

Desgraciadamente, los videojuegos son una fuente de placer muy elevada para mí, pero no sabía controlar su uso. Y al final me llevaron a jugar una cantidad de horas que, sumadas a las que dedicaba a ver porno, no me dejaban tener tiempo para poder realizar un sinfín de otras actividades menos estimulantes pero completamente más saludables y que en el fondo me hacían sentir genial: cocinar (sobre todo aprender a cocinar saludable, y eventualmente pasar a una dieta vegetariana al principio y vegana después, de las mejores decisiones que he tomado en mi vida), hacer ejercicio, forzarme a quedar con amigos y salir de casa aunque fuera a hablar en el banco de un parque, llamar más a mis familiares, sustituir los videojuegos y las series por la lectura (al principio de manera excluyente, luego aprendí a repartir este ocio entre ambas cosas sin dejar de lado la lectura), aprendí a tocar la guitarra, aprendí italiano e inglés, empecé a meditar muy a menudo, a dibujar de vez en cuando… en fin, toda una cantidad de hábitos sustitutivos que con el paso del tiempo me hacían sentir estupendo conmigo mismo, a diferencia de la pornografía. La adopción de esta serie de hábitos fue lo que cambió radicalmente la situación para mí, y no quiero dar el mensaje de que es necesario hacerlos o debas hacerlos todos para mejorar, pues eso tan solo alimentaría que fuera abrumador dar el primer paso por cambiar. Sin embargo, son muy interesantes pues creo que a muchas personas les podría beneficiar realizar alguno.

Esta adicción es una mierda, y siento el vocabulario, pero es lo que me sale después de sufrirla y digo sufrirla porque se sufre MUCHO durante estos 11 años de mi vida. Ojalá la primera racha que empecé hubiera sido la última, pero por desgracia en mi caso no ha sido tan fácil. Muchísimas recaídas, métodos para parar, bloquear, mejoras en el tiempo han pasado por mi recuperación, y a día de hoy todavía sigo intentando salir de ello. Deseo que llegue el día en el que pueda mirar atrás a esto como algo que no es reciente o que no está activo en mi vida.

Sin embargo, no quiero desmotivar a nadie. Y es que es posible salir de esto y además en el proceso hay una puerta gigantesca de mejora personal y de aprendizaje que a la larga en muchísimas otras áreas de nuestras vidas podemos llevarnos. Sé que ese es mi caso, y que hace mucho lo pasé muy muy mal y que ya no estoy en ese punto, con lo que a cualquiera que esté pasando algo similar solo decir que hay luz al final del túnel. La vida no es una línea recta. Pero mientras en el fondo de nuestra mente siga esa idea de que la pornografía es un problema en nuestras vidas y que no nos conviene, seguiremos luchando y no abandonaremos (ni aunque digamos “me rindo!” pues es imposible mirar atrás una vez te has dado cuenta de lo importante que es la presencia de este demonio en nuestras vidas).

Mucha fuerza, mucho ánimo y sobre todo mando un abrazo virtual para hacer saber a todas esas personas que estén pasando por esto, que NUNCA estarán solas, hay gente maravillosa y muchos profesionales de la salud que están dispuestos a escuchar sin prejuicios, a ayudarte y sobre todo a no hacerte sentirte solo ante esto.

Muchas gracias por leer mi historia y ojalá pueda servir de ayuda a alguien más.

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«Empecé a sentir que como mujer no era suficiente» https://www.daleunavuelta.org/empece-a-sentir-que-como-mujer-no-era-suficiente/ https://www.daleunavuelta.org/empece-a-sentir-que-como-mujer-no-era-suficiente/#respond Tue, 08 Mar 2022 13:22:28 +0000 https://www.daleunavuelta.org/?p=15241 Con motivo del Día Internacional de la Mujer, compartimos el testimonio de una de ellas sobre cómo la pornografía cambió su vida.

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El 8 de marzo puede parecer un día cualquiera, pero a la vez es día especial, al menos para las mujeres. Por ello, queremos compartir el testimonio de una mujer que sufrió en primera persona los efectos de la pornografía en su matrimonio y en ella misma. El consumo de pornografía, mayoritario entre los varones, aunque cada vez más extendido entre las mujeres, causa un daño grande por lo que supone de traición, infidelidad, incomunicación, autoestima, culpabilidad. No es algo menor. Y hoy queremos recordarlo. Por ellas. 

Quiero contaros que la adicción que mi marido tenía a la pornografía no sólo estaba destruyendo su vida, sino que también estaba acabando con mi propia vida. Nos estábamos convirtiendo en un matrimonio vacío, en un matrimonio roto por todos lados, un matrimonio que no iba hacia ningún lado.

Nos casamos con mucha ilusión, con muchos sueños, con muchas ganas de hacer cosas juntos y amarnos profundamente, pero la pornografía no estaba dejando que nuestra relación pudiese crecer, que nuestro amor el uno por el otro avanzara y se mostrara de una manera real, de una manera que llenase el corazón del uno y del otro.

Yo me empecé a sentir muy vacía, empecé a sentir que no valía realmente, que como mujer no era suficiente, me empecé a sentir muy sola. No era capaz de hablar este tipo de cosas con nadie, empezaron mis complejos. Quería aumentar mi pecho, quería aumentar mis glúteos, quería cambiar muchas cosas de mi físico porque consideraba que no era apta, que yo era la mujer que tenía que ser para él. Entonces pensé que el problema realmente lo tenía yo.

Se estaba convirtiendo en un hombre frío, en un hombre que no era accesible, en una persona muy distante y eso a mí me estaba hiriendo profundamente porque yo lo amaba, yo quería estar con él, yo quería hacer mi vida completamente con él. No quería que hubiese nada ni nadie que estuviera en medio de nosotros. Mi marido estaba cada vez más distante conmigo, yo intentaba acercarme a él pero no era capaz de llegar a conectar con él. No era capaz de saber realmente lo que pensaba, lo que había dentro de él, en sus sentimientos, en sus emociones, no lograba saber qué estaba ocurriendo.

¿Por qué buscaba esas cosas? ¿Por qué tenía esa gran necesidad? Yo no lograba encontrarme a mí misma, no lograba saber realmente quien yo era. Yo sentí que en un momento me perdí y seguía caminando pero perdida, sin saber a dónde iba, yo ya no era la mujer de antes, sino que algo de mí se perdió en aquellos momentos y con el tiempo tuve que volver a encontrarme, pero la pornografía estaba realmente acabando con nosotros, acabando completamente con nosotros.

Perdí mis aspiraciones, mis ilusiones, perdí lo que quería realmente en mi vida individual como mujer, lo había perdido todo en el camino, sentía que no me quedaba nada, porque realmente lo que yo quería era estar con mi marido y que estuviésemos bien.

A los tres años tuvimos que separarnos, tuvimos que dejarlo todo y cada uno buscar ayuda por su lado, buscar ayuda individual porque ya la relación era insostenible. No avanzábamos. Mi marido cada vez estaba más y más sumergido en la pornografía y estábamos llegando a unos límites, a unos extremos bastante grandes. Nuestro matrimonio ya no había por dónde poder avanzar, entonces nos separamos unos meses y a los meses volvimos a rehacer nuestra vida juntos.

Fueron momentos muy difíciles, también, el volver a juntarnos, porque yo aún estaba muy dolida, tenía mucha desconfianza en mí, mi autoestima todavía no estaba solucionada, todavía peleaba como mujer en quien yo era y tenía todavía dudas de si él realmente había cambiado y quería estar conmigo y me amaba de verdad.

En esos tres años, nunca dejé de creer que mi marido podía salir de esa adicción. Una adicción tan fuerte y tan profunda que lleva a las personas a perder, no sólo sus valores, sino toda su persona en sí. Por eso, yo quería estar cerca de él, quería estar a su lado, no quería abandonarlo, no quería dejarle a la primera de cambio.

Yo sabía que él podía salir de esa adicción pero tuve que darme cuenta de que necesitaba una ayuda más especializada y cuando lo tuve que ver no fue fácil, porque eso trajo conflicto entre nosotros, pero mi marido aceptó entrar en un centro de rehabilitación y ha sido lo mejor que nos ha podido pasar como matrimonio, de las mejores cosas.

Este testimonio es real y muy auténtico; sin embargo, no es el único que existe. Por este motivo, desde Dale Una Vuelta creamos el Proyecto Nosotras con el deseo de escuchar y recoger cada testimonio de mujeres que hayan vivido o estén viviendo una realidad similar y que necesiten ser acompañadas. Desde Dale Una Vuelta os gritamos: No estáis solas.

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«Siempre hay un límite que traspasar» https://www.daleunavuelta.org/siempre-hay-un-limite/ https://www.daleunavuelta.org/siempre-hay-un-limite/#comments Fri, 28 Jan 2022 12:27:20 +0000 https://www.daleunavuelta.org/?p=15041 Ofrecemos un relato extenso, narrado con pelos y señales, de alguien que después de décadas de adicción, comienza a ver la vida con otros ojos.

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Un grupo de apoyo que comparte tu situación. Unas personas que hablan y entienden tu mismo idioma, que viven o han vivido en su propia piel sentimientos y hechos similares. Sin duda, la fuerza del grupo es una vía muy recomendada para quien desee dejar cualquier adicción. Ofrecemos aquí un relato largo, contado con pelos y señales, de alguien que después de muchos años -décadas- de adicción, comienza a ver la vida con otros ojos. Querido lector, llega hasta el final: merece la pena. Agradecemos enormemente al autor sus palabras y su valentía.

 

Soy un hombre de 59 años, casado y con hijos. Con una vida acomodada y solvente, donde el trabajo y las relaciones con los demás, han sido las conexiones que han permitido sostenerme emocionalmente, unido a la realidad de los demás. En resumen, he querido ser “normal” creando una personalidad fingida y adaptada a las normas y requisitos sociales de quienes me rodeaban.

Provengo de una familia desestructurada, como se llamaría hoy en día. Mi primer pensamiento de aquella época es: “No debiera de haber nacido, para que mis padres hubieran sido felices.” Un padre enfermo mental, con ausencia de empatía y afecto hacia mí por su extremada medicación. Una madre voluble y narcisista. Resentida contra su destino y por su mala suerte, según decía. Si yo no hubiera nacido, mis padres se hubieran separado, pero yo era el “culpable” de su condena. La culpa y la vergüenza son el sustrato donde mi falta de recursos sociales y de relación, hacen que me aísle de los niños y viva una infancia triste y desesperanzada. Hay un muro de cristal que me impide sentir, alegrarme de lo que otros disfrutan. Me siento único y desdichado.

A los 8 años descubro que la mente me permite entrar en el mundo secreto de fantasía. Allí mi tristeza y deficiencias quedan eliminadas. Puedo crear un universo paralelo al real, donde yo soy el rey niño. Nadie me interfiere y no necesito compararme para reconocer mi debilidad. Ese mismo año, también encuentro placentero los tocamientos con un vecino de mi comunidad. Compruebo que mi cuerpo no solo me comunica con los demás, sino que yo mismo puedo autosatisfacerme cuando se me antoje.

En el nuevo colegio donde me han traslado mis padres, con 12 años, comienzo a sufrir el bullying que yo mismo, inconscientemente, he propiciado. Necesito destacar y lo hago desde el absurdo. Volviendo a casa un día, en un vagón de Metro de la línea 1 en Madrid, un desconocido comienza a rozarme con su mano, el pantalón de chándal y tras unos escarceos, comienza a masturbarme sin que nadie alrededor se percate. Conozco el primer orgasmo con alguien que desaparece a continuación.

El dolor del sufrimiento y la inadecuación solo encuentran alivio en esa nueva experiencia placentera que descubro ese día. Mis compañeros de clase son mis nuevos objetos de uso. En las clases, en los aseos, en lugares escondidos…repito esas conductas prohibidas que dan sentido a la vida. Por la noche, al despertar, en cualquier momento estresante repito hasta la saciedad la masturbación y las prácticas adicionales con objetos, posturas o ambientes que elevan hasta el infinito el placer. Noches sin parar para poder dormir. Exámenes con salidas al aseo para aliviar la tensión. Miradas indiscretas a posibles candidatos en cualquier lugar.

Me convierto en el sujeto y el objeto de mi propio placer. Siento que soy el Señor de mi vida. Retiro a Dios de su lugar y me pongo yo ahí.

La lujuria es un manto de terciopelo oscuro que todo lo oculta. Vive de los secretos, de lo prohibido, de la mentira, del odio y el rencor. Ella se hace mi mejor aliada para fingir ante los demás, lo que no soy. Extrovertido, atento, eficiente, galante, sociable… Es una inmensa máscara que tapa mis defectos y debilidades. Se adueña de mi vida. Me convierto en esclavo de sexo y el placer.

Pero como todo fuego, necesita de combustible. La pornografía toma rienda suelta en ese mundo de fantasía, que en mi tierna infancia descubrí. Traspasar la puerta de lo prohibido: la revista que se esconde, las miradas obscenas, el exhibicionismo provocativo para, con la llegada de internet, encontrar que mis sueños se pueden hacer realidad.

Ya no tengo que estrujar hasta el dolor mi cerebro para exprimir las últimas gotas de químicos excitantes que me faciliten un nuevo día de vida. Simplemente en la pantalla me sumerjo en lo más obsceno y prohibido, que mi imaginación llevaba años anhelando. Se hace realidad en dos dimensiones mis más podridas fantasías donde mentalmente yo puedo incorporarme, primero en imagen para a las pocas semanas, traspasar la barrera de lo prohibido y verme apostado en una tapia del Retiro para recibir placer de desconocidos, o encontrarme en un cuarto oscuro de Chueca con manos que acarician mi cuerpo.

Cuando escucho hablar a compañeros de la fraternidad, donde me recupero de mi adicción al sexo y a la lujuria, alguno me dice que su problema solo es la masturbación y la pornografía. Sin embargo y por la experiencia en estos años, el mundo de la pornografía abarca un universo completo de todas las prácticas, tanto las que consideramos «normales» como las que se introducen en lo ilegal, lo perverso, lo depravado y donde el último límite queda siempre sin traspasar. No tiene fin.

Por ello, para entrar en ese espacio oscuro y tenebroso, solo un adicto puede entenderse con otro adicto, sin ser juzgado o reprendido. Solo con la ayuda de otro adicto o persona que entienda “subliminalmente” lo que se experimenta, he podido dejar de consumir sexo, tanto conmigo mismo como con los demás.

La liberación que produce contar a otra persona humana las aberraciones cometidas en el pasado, tanto real como imaginariamente, permite la entrada de luz, de aire fresco, de esperanza. Ese punto de tocar fondo, cuando me he sentido completamente impotente ante mi comportamiento, es el punto de partida para la recuperación.

Llevo 4 años y medio sobrio y puedo asegurar que el peor día en sobriedad supera con creces al mejor que pudiera haber vivido en mi época de consumo. Soy libre para aceptar mi enfermedad crónica, que solo con la ayuda de otros y de mi Poder Superior, me regalan cada día una nueva experiencia de vida. Empiezo a desentumecer mis sentimientos y emociones, que durante muchos años estuvieron congelados. Mi corazón empieza a desentumecerse y ya soy capaz de sentir. Hasta puedo llorar y es una satisfacción hacerlo.

Ver en lo que se ha convertido mi vida, pero a su vez, saber que todo tiene sentido ahora. Tuve que recorrer ese tortuoso camino para ser rescatado a esta experiencia desconocida por mí. Trato de reconocer el significado de Amar, en toda su extensión. He comprobado que dando de mí, la adicción pierde fuerza. Por eso te regalo mi testimonio en la esperanza que tú, que me lees y sabes de que te hablo, tengas la valentía de plantar cara al problema y atreverte a saltar al vacío. Te aseguro que no caerás. Estamos otros para sujetarte y ayudarte a pasar a esta nueva orilla. Merece la pena, te lo aseguro.

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