Con la aparición de Internet y las pantallas en nuestro día a día, han aparecido también nuevos riesgos ante los cuales la sociedad puede verse poco preparada: consumo compulsivo de pornografía, sexspreading, sexting… Las tecnologías actuales han creado un espacio para nuevos tipos de interacción social. Sin embargo, también han expuesto a los más jóvenes a nuevas vulnerabilidades digitales, como la interacción con desconocidos en el grooming. Son el tipo de riesgos que amenazan con aumentar más y más la victimización sexual de nuestros menores.
Una palabra que no debería existir
Annie, una adolescente de 14 años, conoció a Charlie por las redes sociales, un chico un par de años mayor que ella. Aunque él vive en otra ciudad, es atento, de buen aspecto y juega al voleibol como ella. Lo que comienza como una simple amistad se transforma en una relación amorosa con llamadas y mensajes continuos. Sin embargo, cuando proponen conocerse en persona, Charlie resulta ser un adulto de 35 años que termina por manipular y victimizar a Annie.
Este es el argumento de la película Trust (2010), dirigida por David Schwimmer, la cual muestra una oscura parte de nuestra realidad: el grooming.
Este término se usa para definir el acoso sexual a menores a través de medios digitales, principalmente por adultos, que emplean las redes sociales para establecer contacto con niños, niñas y adolescentes con propósitos sexuales. Deliberadamente, se contacta con el menor para establecer un vínculo emocional. Tras ganarse su confianza, se disminuyen las inhibiciones del menor y se propone un encuentro presencial entre ambos o se trata de obtener contenido sexual como fotografías, vídeos, etc., que luego puede ser usado para comercialización, distribución o satisfacción de la propia perversidad sexual.
Etapas del grooming
El grooming es un proceso complejo de manipulación psicológica, que puede durar desde días hasta años. El proceso tiende a darse de forma gradual, según diversas etapas:
Etapa 1: Enganche o atrapamiento. El acosador se aproxima al niño o adolescente, adoptando una identidad falsa, adaptada a los gustos del menor. En esta etapa se establece una conversación en la que se intercambian opiniones, preferencias e intereses, con el objetivo de crear amistad.
Etapa 2: Fidelización. En esta etapa se profundiza en intimidad con el menor, pasando de una conversación trivial a conversaciones en las que se dan datos personales. Con el propósito de fidelizar el vínculo, se intercambian secretos, promesas, etc.
Etapa 3: Seducción. El acosador entonces seduce y sexualiza la conversación, ya sea mediante preguntas y/o relatos. Esto genera en el menor cierta dependencia emocional, lo cual captiva su atención y compromiso.
Etapa 4: Acoso sexual. Esta etapa define el momento en el que la agresión sexual se da de forma implícita y/o explícita, mediante la manipulación del menor solicitando imágenes y/o vídeos o un encuentro presencial. Para conseguir este material, el manipulador puede recurrir a chantaje, extorsión, amenazas o coacciones.
Grooming y pornografía
En nuestra sociedad, hoy en día son pocos los menores que no poseen un perfil de Instagram, TikTok o alguna otra famosa red social. La identidad digital, quién aparentamos ser en estas redes sociales, cobra una importancia mayor, y comienzan las preocupaciones por cada foto que se sube al perfil o la imagen que se retrata de uno mismo en estas aplicaciones.
Cada vez más, los menores recurren a este medio para desarrollar su identidad sexual. Se satisface la curiosidad, no mediante conversaciones o preguntas en la “vida real”, sino mediante visualización de vídeos o contenidos pornográficos.
El grooming y la pornografía se presentan como grandes peligros para los menores porque se nutren de la curiosidad natural que vivimos todos los niños y adolescentes. Lo que comienza como un deseo por saber o por experimentar, termina por abrir una brecha al contacto con desconocidos, el acoso cibernético o el abuso de la intimidad.
Muchas veces el objetivo último tras el grooming es generar y compartir contenidos pornográficos infantiles que se puedan mercantilizar. Estos contenidos son entonces difundidos en plataformas pornográficas, que fomentan la visualización ilegal de dichos contenidos.
Prevención y más prevención
Probablemente no haga falta relatar las numerosas consecuencias del acoso online a menores. El abuso sexual online de menores es un fenómeno en auge, debido al uso generalizado de tecnologías en la vida de los jóvenes. Por ello, es importante aprender a proteger a nuestros menores ante este tipo de situaciones.
Desde el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF) nos proponen unas normas básicas a seguir siempre:
- Primero, no usar perfiles públicos en las redes. Limitar los perfiles a los conocidos de forma personal y concienciar a los menores sobre este punto puede prevenir que desconocidos accedan a información o datos personales.
- Siguiendo la misma línea, no añadir a gente desconocida como amigos o ‘seguidores’ en las redes.
- Tampoco se debe responder mensajes de desconocidos, mucho menos involucrarse en una conversación recurrente.
- Se debe alertar a los menores sobre el peligro de acceder a cualquier petición de fotos, webcam o chat.
- Se recomienda también poner fotos de personajes ficticios como foto de perfil, para evitar el acceso a información sobre el menor, su apariencia, etc.
- Si detectas un caso de grooming, no borres ningún contenido y bloquea el perfil para que éste no pueda ponerse en contacto con el menor. Una vez detectado el caso, lo mejor es que los tutores del menor cursen una denuncia de forma inmediata. También será esencial apoyar al menor afectado: no recriminar ni culparle, sino simplemente hablar con él o ella y acompañarle en el proceso.
Referencias:
Trailer de Trust (2010): https://www.youtube.com/watch?v=eHo2Z3tTuZI
INTEF: https://formacion.intef.es/mod/book/view.php?id=2057&chapterid=1713&lang=en