Por el interés de este estudio, aunque no sea tan reciente, hacemos un resumen de las principales ideas y conclusiones obtenidas por Kathryn C. Seigfried-Spellar y Marcus K. Rogers.
Los resultados pueden definir una línea futura en las investigaciones, pero, sobre todo, pueden ayudar a la hora de abordar con nuestros hijos, alumnos, pareja, etc. los peligros que puede entrañar el consumo de la pornografía y el patrón de adicción que puede generar.
Las principales conclusiones que sacan los autores son tres:
- El consumo de pornografía desviada -también podemos llamar “extrema”- se suele producir tras una escalada en el consumo de pornografía no desviada que podríamos considerar “normal”.
- Las personas que consumen pornografía desviada suelen tener una edad de inicio en el consumo (de pornografía no desviada, normalmente) significativamente inferior a la media de las personas que solamente consumen pornografía no desviada.
- El consumo de pornografía desviada sigue una progresión similar a la de Guttman.
Para analizar correctamente estas conclusiones, vamos a detallar la información que arroja cada una de ellas.
En primer lugar, conviene conocer la escala de Guttman. Se trata de un método que permite estudiar el comportamiento y las actitudes de las personas. Es una escala acumulativa que permite ordenar jerárquicamente las respuestas de los participantes en un cuestionario. En este caso en concreto, por ejemplo, se puede afirmar que el cuestionario del que se han obtenido los datos para el estudio estaba organizado de menor tiempo de consumo a mayor tiempo de consumo, de menor edad de inicio a mayor edad de inicio del consumo y de menor “desviación” de la pornografía consumida a mayor “desviación”.
Por tanto, si un sujeto contesta que ha iniciado el consumo a una cierta edad, se entiende que, a partir de ese momento, ha habido una progresión cada vez mayor. Igualmente, si el sujeto ha empezado a consumir, también se entiende que no lo deja, sino que se incrementa el consumo a lo largo del tiempo, así como la explicitación de los estímulos o la búsqueda de nuevas experiencias pornográficas. En definitiva, esta escala se usa para ordenar a los sujetos en un continuo, donde, a medida que aumenta y progresa la conducta, hay una escalada en la realización de la misma y muy pocas veces un retroceso.
En segundo lugar, los autores llegaron a la conclusión de que el consumo de pornografía desviada (en el artículo engloban dentro de esta tipología tanto la pornografía relacionada con animales como la pornografía infantil) no se produce casi nunca de primeras, sino que existe una progresión lineal y una escalada (que se inicia con el consumo de pornografía “normal”) que conduce finalmente a consumir este tipo de material.
Progresión, edad y sexo
Numerosas investigaciones han demostrado que la desensibilización que se produce con el consumo patológico e, incluso, adictivo de la pornografía puede llevar a un individuo a experimentar una progresión en los comportamientos relacionados con la pornografía, de no desviados a desviados.
En tercer lugar, también se midió la edad de inicio del consumo de pornografía para determinar si había una desensibilización mayor cuanto más tempranamente se producía y si, de este modo, era más sencillo pasar a consumir una pornografía desviada. Se comprobó que los usuarios actuales de pornografía desviada tenían el doble de probabilidades de señalar una edad de inicio significativamente más temprana en comparación con los usuarios de pornografía no desviada. Se encontró que las personas con una edad de inicio menor en el consumo de pornografía no desviada tenían 0,8 veces más probabilidades de consumir, a la larga, pornografía desviada. Es decir, el riesgo era un 80% más alto.
Por otro lado, también se analizó la variable sexo, que predecía en gran medida el consumo de pornografía desviada en el futuro. Los hombres presentaban 0,4 veces más probabilidades de ser usuarios de pornografía desviados.
En conclusión, del estudio se puede deducir que la progresión y escalada en el consumo de pornografía se adaptan a la escala de Guttman, ya que los sujetos con una edad de inicio más temprana en la pornografía no desviada tenían más probabilidad de consumir, a la larga, pornografía desviada. Además, se deduce que el consumo de pornografía desviada suele venir precedido en la mayoría de las ocasiones por un consumo considerado socialmente “normal”.
Este estudio, y otros similares, hacen plantearse la gravedad de un fenómeno social tan dañino como es el consumo de pornografía, que no tiene implicaciones solamente morales o éticas, sino también sociales e, incluso, legales. Aunque socialmente sea un tema tabú, es importante conocer los resultados que arrojan las investigaciones científicas sobre este fenómeno, para poder prevenir una posible futura conducta desviada y para tener conocimientos adecuados a la hora de identificarla e intervenirla, en caso de que ya se haya dado.